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Cada vez más en el mundo de hoy escuchamos sobre la meditación y los grandes beneficios que una práctica constante puede traer en nuestra vida diaria. Mayor capacidad de concentración, mejora de la memoria, menores niveles de estrés y mejor calidad del sueño son algunos de los principales beneficios que usted encontrará mediante la construcción de una pequeña rutina diaria, especialmente si se hace por la mañana, antes del inicio de todas las actividades diarias. Recuerda que se necesita tiempo, una intención, un compromiso para crear una rutina. Aquí hay algunos pasos simples a seguir:
1. Elegir meditar es comprometerse
La meditación puede parecer una práctica que aporta serenidad, pero a veces puede resultar agotadora o frustrante. Cuando nos sentamos a meditar, nos pedimos que nos desprendamos de los mecanismos de acción-reacción que llevamos en la cotidianidad y tratemos de permanecer fieles al compromiso adquirido. En la meditación no hay nadie a quien causar una buena impresión y es una de las raras ocasiones en las que puedes encontrarte con la versión más auténtica de ti mismo: trata de tener presente este concepto cuando sientas que te cuesta más mantener tu ¡compromiso!
2. Ponte cómodo
Siempre nos movemos entre dos dimensiones: el espacio y el tiempo. Cuando queremos meditar queremos estar cómodos en estas dos dimensiones. Tiempo: elige con antelación la duración de tu meditación, puede ser de tres, cinco o treinta minutos. Aunque tres minutos parezcan cortos, es un excelente punto de partida y mucho más importante que la duración es el respeto por el compromiso adquirido. Espacio: la invitación es a ponerse en una posición cómoda, en un lugar agradable y tranquilo, pero la verdad es que al principio ningún lugar y ninguna sesión serán cómodos, así que date tiempo para desarrollar esta conciencia sobre tu cuerpo.
3. Quédate en la posición que encontraste
Esta es una de las instrucciones más complejas. Tan pronto como te sientes comenzarás a sentir diferentes puntos de incomodidad, querrás cambiar de posición, sentirás comezón, querrás arreglarte el cabello,… Esta es la naturaleza de la mente, la llamada mente de mono: nunca está satisfecha. Cuando le pedimos al cuerpo que disminuya la velocidad y se quede quieto, notaremos cuán constantemente estamos acostumbrados a buscar experiencias nuevas y, presumiblemente, mejores. Trata de decirte amablemente que está bien, que puedes tratar de quedarte un poco más.
4. Quédate con tu respiración. ser tu aliento.
Siempre respiramos, pero ¿cuándo nos damos cuenta realmente de cómo es nuestra respiración? La respiración es la puerta a la meditación, "el objeto de la meditación". La mente necesita algo en lo que concentrarse, precisamente un objeto. La respiración funciona bien porque siempre está presente. Trate de concentrarse en la palabra inhalar mientras inhala y en la palabra exhalar mientras exhala. Si la mente divaga, esto no significa que no puedas meditar, sino que necesitas practicar y ejercitar la observación de la respiración, la observación del aquí y ahora.
Trata de seguir estos sencillos pasos y más aún trata de ser amable y paciente contigo mismo para que esta práctica se convierta primero en una rutina y luego en un buen hábito.
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Artículo escrito para Whirlpool por Federica Caronna,Profesora de Vinyasa y Yin Yoga, Somatic Competence®, profesora de yoga informada sobre traumas
